lunes, 12 de octubre de 2015

Esta es la última carta que puedo escribirte.

Que haya elegido este día para escribir esta carta no es casual, pero sentía que debía hacerlo. Prometí no hablar más de ti, pero hay riesgos que son necesarios. Si algún día lees esto, sabrás que en el fondo sí tenemos despedida.

Es increíble que hayan pasado tres años. Es increíble que ya haga tres años que me quedé prendida de ti. Es increíble lo enamorada que llegué a estar, y fascinante lo poco que tardé en quererte.
Me bastó un beso, tu torpeza y aquella mirada sincera que parecía quererme. 
Caí rendida, perdidamente. 
Redonda. Al suelo, ante ti. 
Si recuerdo aquel día aún se me parte un poco el corazón al ver lo mucho que ha cambiado todo, lo mucho que cambiaste tú, lo mucho que cambiamos ambos.
Siento todo lo que ha pasado este mes, siento que haya sido ahora justo el momento en el que te hayas dado cuenta de todo. Siento que el tren se fuera de la estación cuando llegaste. Siento mucho no haberte podido dar esa oportunidad que ahora me pedías a gritos.
Me duele haber tenido que ser tan fría y distante, tan tajante y rotunda. Tan perdidamente sólida ante tu insistencia. Siento que esto haya pasado así, que nuestro final haya sido tan amargo.
Era absurdo intentar endulzar algo que había acabado, y quizá sí, deberíamos haber hecho las cosas de otro modo cuando todo terminó. No supimos hacerlo mejor, pero no nos culpo, era difícil aceptar que tras la derrota, los dos niños soñadores que éramos se habían convertido de repente en dos adultos incapaces de asumir esto. Al menos yo no era capaz de dejarte ir.
Sé que te arrepientes, pero es injusto el regreso, cuando ya he tenido que desprenderme de todo. Ojalá pudiera quererte, de veras, ojalá pudiera creer en ti, ojalá supiera exactamente dónde dejar todo lo malo, dónde recuperar lo bueno y borrar la historia para reescribirnos. Pero no sé borrar lo malo, no sé volver al punto exacto anterior al cambio, no sé volver a quererte.
Fuiste egoísta, ese siempre fue el defecto, y conmigo lo fuiste como nunca. No querías estar a mi lado, tampoco perderme. Querías que fuera la amiga perfecta e incluso eso intenté. Te tuve que echar tanto tequila que el recuerdo me sabe a resaca.Te tuve que llorar tanto que estuve meses sin poder derramar una lágrima. No me quedaban ya. Y no me malinterpretes, son palabras tan duras que no quiero ni pensar en las tardes de tortura en las que la casa se me echaba encima. Yo también he pasado por esa tortura que llevas a cuestas, créeme. Estuve meses sin ser yo misma.
¿Por qué no viniste a salvarme las noches en las que tenía que apretar la cara contra la almohada para que nadie escuchara mis sollozos? Cuando me encerraba en la ducha para llorar, porque así no me veía ridícula ante el espejo. Cuando dejé de comer y perdí una talla y toda la dignidad cada vez que me veía a mí misma tirando el bocadillo a la basura. ¿Dónde estabas tras cada fiesta? Cuando la resaca le ganaba el pulso a mi inocencia y me despertaba sin saber qué día era. ¿Dónde estabas cuando me volvía sola, a las tantas de la madrugada, sin nadie al que avisar y decirle que ya estaba bien, que ya había llegado a casa?
No estuviste aquellos diez meses que pasaron. No estuviste tras mi espalda, tras el golpe, tras la imagen de mis labios rotos rajando otras bocas. Buscándote entre la gente. Hablándoles a todos de ti. Recordándoles que te amaba, que habría luchado por ti. Lo perdí todo cuando te marchaste, me recreé. No sabes lo que era ver en la cara de mi gente la incredibilidad ante los hechos. Cuando ni siquiera ellos me reconocían.
No sabes lo duro que fue superarte. Que nadie me creyese cada vez que  les decía que estaba mucho mejor.
No eres el único que ha sufrido. Yo también ansiaba esa boda. Yo también te eché de menos. Y te habría llamado mil veces, como hiciste tú, para que volvieras. Aunque no, no lo hice. Tú no estabas.
Siento esta despedida, cortarte las alas. Que no llegaras a tiempo, que nos hayamos querido tan mal, a contrarreloj, desigual, impares, a destiempo.
Si supieras todo lo que te eché de menos no te atreverías a decir nada.
Yo también te leí, por X razones vi que habías empezado a escribir sobre mí. Tuve que dejar de leerte para dejar de sentirme culpable.
Ojalá me hubieras querido aquel noviembre, hace ya casi un año, cuando partiste. Ojalá aquel ocho de diciembre no hubieras tomado la decisión de alejar a la única persona que había estado dispuesta a quedarse. 
Ojalá aquella noche, cuando estaba en la misma cama, a cuatro centímetros de ti, no me hubieras dado la espalda. Necesitaba saber que me querías,que estabas allí. Aquella noche firmamos la sentencia, y fue a a partir de aquel día cuando empecé a morir.
Todos me advertían, decían 'No luches, va a marcharse. Si ya ha decidido daros tiempo es que quiere dejarte'. No les escuché. Creía en ti, creía que volverías, creía que al despertar sabrías con certeza que era yo esa mujer que buscabas, que era yo la que merecía quedarse.
Cuando te marchaste me di cuenta de que no, que yo me empeñaba en que fueras el hombre de mi vida, que yo quería aquellas siete vidas juntas que prometimos. Que era la única tras el cristal. Que ya nadie podía oírme. Que tú no ibas a quedarte.
Que habías tirado la toalla.
Que no lucharías más por mí.

Abandonaste la batalla. Los cien mil titantes se me echaron encima. Me dejaste sola luchando contra ellos. Tuve que hacerme fuerte, valiente, firme. Tuve que vencerles, uno a uno. Enfrentarme, cuerpo a cuerpo. Morirme tras cada golpe, resucitar tras cada día que pasaba fugaz en el tiempo. Tuve que matarlos por ti. Tuve que morir por ti. Tuve que hacerme otra para ganar.
Tuve que convertirme en alguien que no era para intentar salir entera de allí.
Pero por recuperarme, por no dejarme, por seguir siendo yo, tuve que dejar ir aquella parte de mí que se empeñaba en regresar siempre al lugar de origen, tú.

Me he dejado atrás, por eso hoy sé vivir sin tu cuerpo. Porque me hiciste acostumbrarme, me hiciste creer que no era mío, que sin él, iba a estar mejor.
Esas fueron tus palabras. Que estaría mejor. Que saldría de aquí. Que ya nunca  más volveríamos a estar juntos.
Y fíjate, si era inocente, que te creí.


Siento que ahora tengas que enfrentarte a los titanes.
Siento no ser yo la que esté a tu lado,
recuerda que fuiste tú quien quiso que me fuera.
Recuerda que tras la insistencia, decidí partir.
Recuerda que te olvidé porque tú me lo pediste,
y que tú en cambio me olvidaste sin que yo lo imaginara.


Despedirnos fue una de las peores cosas que he hecho en mi vida.
Despedirme de la persona que fue la más importante de mi vida fue la más dolorosa.
Ojalá me hubieras querido tanto como para luchar como yo hice.



Habría valido la pena matar a esos titanes juntos.
Cuídate, 
y cuida a la próxima superviviente que lidie con esas batallas contigo.
Estoy segura de que será alguien con coraje.
Segura e insaciable, como yo.
Por favor, nunca más cometas el error de ver marchar a quien amas por haberle pedido que se fuera.
Vas a ser feliz,
no debe ser de otro modo.

Gracias por todo lo anterior a la batalla.
Por aquel octubre lleno de paz
por aquel diciembre lleno de dolor.
Por haberme obligado a renacer, ser mejor.
Por haberme hecho más fuerte.
Por hacer que hoy en día sepa quién soy.
Por haber sido tan felices
y haber acabado tan rotos.


Adiós, otoño enfurecido. 
Cuida de todas las tormentas que te dejé.
Y no me defraudes.
No sé darnos una despedida justa.






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