lunes, 4 de mayo de 2015

Solo humo y sonrisas.

Algún día tal vez vea entre tantas miradas perdidas una en la que encontrarme.
Una que se pose en silencio sobre las cuencas de mis ojos. 
Tal vez un día piense que he conocido a alguien diferente al resto.
Alguien que sepa hacia dónde va.
Alguien que me desabroche algo más que los botones de esta camisa.
Quizá alguien quiera desabrocharme la vida, contemplar la desnudez de mis palabras, encontrar en mi cuerpo algo más. Algo lo suficientemente fuerte para que cuando acabe el placer más humano llegue otro más grande: La sencillez de dos cuerpos que se abracen sin palabras. Solo humo y sonrisas. Y por qué no, unos cuantos besos más.
Alguien que me muerda las zonas de mi vida que aún nadie quiso pisar, tal vez por miedo a descubrir que soy verdadera. 
Tal vez cualquier noche de estas la cama no se abrace a mis recuerdos, sino que sea cómplice del sudor de otro cuerpo que no sea el mío.
Supongo que aunque lo niegue mil veces sigo siendo la de siempre. Esa niña insegura que buscará unos brazos que sostengan los miedos.
La cuestión es si quedará alguien detrás de este vacío dispuesto a tirarse por el precipicio. Dispuesto a aceptar mi pasado sin temerlo ni borrarlo. Capaz de contar sus mayores errores sin miedo a que mi sonrisa pueda juzgarle.

Supongo que ya no quedan de esos,
los hombres que antes de cometer
una insensatez
prefieren cometer
el delito
de perderse siempre
dentro del mismo ombligo.

Y no sé si son más mis ganas
de encontrarlo
que de encontrarme.
No sé si sabré guardar las distancias
la próxima vez que una barba de 7 días me arañe los horizontes.
Si haré un agujero en esta soledad
para que entre el próximo
dispuesto a sentir 
algo más, 
y así deje de estar todo en silencio.

Porque echo de menos sentir
que al abrir los ojos
otros me contemplan.
Y me temo que sí,
que he leído demasiados libros
en los que el amor se lleva
por bandera. 
E imagino que mi insensatez
y mi ingenuidad
esperan que sea la próxima
protagonista
de unos versos que no sepan
acabar
de una forma diferente
al gemido.



Ay, el gemido. 
El único final que me voy a permitir.
El único final feliz que existe.
 

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