Hace siete meses estaba sentada y un mar azul, un cielo gris y unos ojos marrones con líneas verdosas a la luz del sol contemplaban mi nerviosismo.
Me creía incapaz de todo por el simple hecho de tener miedo a vivir, a sentir, a sufrir de nuevo.Y ahí estabas tú. Directo, sin vacilar, acercándote a mí. Hoy hace siete meses de un beso que lo cambió todo. Que tanto como inició una etapa, también cambió mi rumbo.
¿Quién iba a pensarlo hace un año? ¿Raúl y Noelia? Ningún escritor se habría atrevido a inventar algo así. Ni si quiera yo. Y como si la vida lo hubiera planeado, te plantó frente a mí.
¿Alguna vez habías sentido algo parecido a esa seguridad que nos rodea cuando estamos abrazados? Hacía siglos que nadie me protegía así. De hecho, creo que nadie jamás antes se había tomado la molestia de hacerlo.
Hoy hace siete meses que diste un paso al frente y te armaste de valor para acercarte a mis labios.
Hace siete meses de un primer te quiero que le cambió la rima a cada verso. Hace siete meses que ni la lluvia pudo frenar ésto.
Parece mentira que haga más de medio año que comenzó la historia a la que soy incapaz de verle un final.
Pero y qué. El tiempo es relativo. Solo sé que desde entonces no he podido pensar en otra cosa que en ti y en mí a kilómetros de aquí comiéndonos las calles a besos. A tragos de amor. A tragos de vida. A tragos de ti. De nosotros.
Y resultó que al final era posible, que Raúl y Noelia no riman, pero son como los versos más bonitos que haya escrito jamás ningún poeta, por muy irregulares que puedan llegar a ser.
No sé cómo lo hiciste. Pero lo hiciste. Pero lo hicimos. Y míranos.
Ya hemos saboreado qué es estar separados. Por eso pienso que tenemos ventaja ante el mundo entero. Sabemos el precio que se paga por perder, sabemos que ganaremos.
Lo único que tienes que hacer es no separarte jamás de mí, a menos dos centímetros por favor.
El resto, puede esperar.
Quererte, 12.
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