Es triste cuando en tu pecho reina el vacío. Se consumen la ilusión y las ganas, se instala el frío. Casi inmóvil, se avanza por inercia. ¿Cómo vas a creer en miradas ajenas si los ojos en los que siempre has creído te mintieron?
No hay más palabras, señoría. Los días especiales y señalados dejaron de tener sentido para mí el día en que me vi decorando paredes con excusas. Me dije a mí misma que jamás volvería a esforzarme en alcanzar nada que no quisiera estar conmigo, y los años me han demostrado que seguí luchando por lo insalvable, defendiendo lo indefendible, y que al final todos tenían razón: hasta la persona con las intenciones más puras puede destruirte. Y cuando te destruyen no te quedan piezas que juntar, ni ganas de intentar. Solo una pequeña nota a pie de página que te recuerda, antes de pasar cada hoja, que muy probablemente te volverán a abandonar.
Y así será.
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