Estás preciosa hasta cuando pareces triste.
Aunque me partas el alma con cada lágrima que derrames. Derribas todos esos muros que me separan del mundo. Me llamas en silencio. Te asomas a la ventana, y miras, impaciente, como quien busca algo, pero agachas la mirada decepcionada, sin encontrar aquello que ansías ver.
Son mis ojos hacia donde quieres mirar, y que lástima que yo ya no pueda tocarte, ni avisarte de que estoy ahí, de que estoy viéndote. Te secas las lágrimas con las mangas de ese jersey verde que siempre te ponías para estar por casa; a ti siempre te habían encantado los jerseys.
Y esconder tus manos bajo las mangas.
Derramas melancolía y yo te beso sin que tú me beses. Te pareces al otoño, húmedo a veces, seco a ratos. Y sin embargo, es invierno lo que hoy veo en tus ojos.
¿No te había dicho yo que llorar nunca merecería la pena? Y menos por mí.
Siempre habías creído que no estabas hecha a medida de cuentos, ni de finales felices.
Princesa, a ti los finales no te pegan. Es por eso que no quiero que acabes, que acabe, que marches. El único que se fue fui yo, pero tu vida sigue ahí, para que la cojas, las estrujes y la retuerzas, la disfrutes, y solo la llores si es de ilusión, felicidad.
A ti nunca te gustó el verano, es por eso que odias ese calor que se te engancha en el cuerpo. Sientes que te ahogas, que te asfixias, que te pierdes.
Encuéntrate. Siempre has sabido dónde hacerlo.
Pero nunca más te puedes perder, ya no, pequeña.
Aunque el cielo amenace con llevarse tus fuerzas. El mundo te está esperando ahí fuera. Tienes que ser todo lo valiente que yo no fui, esperar todo lo que no esperé, llegar donde no llegué.
Y lucha por sacarme de ahí, no merezco un hueco en tu corazón, ya no puedo abrazarte. Ya no puedo estar contigo, al menos no de una forma humana. No sigas luchando por mí, empieza a hacerlo por ti. Siempre te gustó ir a contracorriente. Hazlo. Y cumple tus sueños. Yo no pude vivir esa vida que planeábamos, algo que llaman muerte se interpuso entre ambos; ahora te toca vivirla a ti, vívela con la misma intensidad con la que lo harías si yo estuviera ahí.
Te quiero.
Tu invierno favorito,
Werny.
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