Buscando una respuesta alcé la vista al cielo y contemplé las nubes. Me pregunté si eran tan grises como aquellas nubes que un día hicimos nuestras. Le miré a los ojos como pidiéndole una explicación pero él solo me dio su silencio como respuesta. Jamás había entendido nada de lo que había sucedido entre nosotros desde que terminó. Pero ya no me esforzaba en entender nada, sino en buscar en sus ojos la respuesta que jamás encontraba. Un millón de preguntas revoloteaban en mi cabeza: -¿Ya lo has olvidado todo? - te preguntaba. - ¿Y ha sido fácil dejar de echarme de menos?- pronunciaban mis labios. Pero tú ya nunca respondías. Quizá para no hacerme daño con tu respuesta. Y lo peor es que tu silencio afirmaba mis sospechas. Miré por última vez aquel día ese cielo y sin decir una palabra más me fui. Te dejé sumido en tus pensamientos sentado en cualquier lugar de la ciudad mientras yo
volvía a casa con el corazón en la mano. Aquel día nos faltaron palabras que ahora callábamos para aliviar el dolor.
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He leído tu texto con Glen Hansard de fondo y si cabe, le ha dado una profundidad aún mayor.
ResponderEliminarLa imagen de irte con el corazón en la mano me dejó un pequeño nudo en el estómago...