lunes, 29 de octubre de 2012
Tú tienes que ser un ángel, o algo así.
Porque el mundo se encogía en un instante cuando él tomaba mi mano. Porque temblé con el primer beso, y con el segundo. No sabía bien bien lo que era, no sabía qué pensar, es cierto. Estaba acojonada porque hacía muchísimo tiempo que nadie me quería por lo que era por dentro y por fuera. Y sí, me dio muchísimo miedo, pero cuando llevaba treinta minutos a su lado, después del primer beso, sentí que ya me daba igual el miedo, que aunque fuera un kamikaze pensaba ir directa, de cabeza, a jugármela. Y tú no sabes cómo besa, que se te pierde el norte, el horizonte y los caminos. Todo se pierde si sus labios juegan a encontrarte. No sabes la cantidad de veces que he soñado con besar su espalda, de morder sus labios. Porque sin duda, jamás había visto a alguien tan increíble fijando sus ojos en mí. No has escuchado sus 'te quiero', o el sonido de su risa acariciándote el alma. No has tenido sus ojos a dos centímetros, ni has analizado el marrón verdoso que hay en ellos. No has tocado su lengua con la punta de la tuya y un escalofrío te ha recorrido la espalda. No te ha acariciado, ni te ha puesto el pelo detrás de las orejas. Él no te ha llamado princesa, ni te ha dado los buenos días aunque sea por un mensaje de WhatsApp. ¿Sabes? he tenido la sensación de que es mi ángel. Y sólo me arrepiento de no haberle visto antes de todo. Es la casualidad más bonita del mundo, esa que puedo teñir de destino. Y me da igual irme a Alemania, comprarme un pastor alemán, o aguantar el olor del puré de patatas si estoy con él. Porque me iría con los ojos vendados y atada a él a cualquier lugar del mundo donde pudiéramos ser felices. ¿Que loco todo, no? Pero en realidad todo es más bonito. La vida tiene otro color, otro rumbo. No sé, ahora sólo puedo soñar con cosas bonitas. ¿Loca? Puede. Pero sé que me queda tanto que vivir a su lado...que sólo tengo ganas de que llegue un momento, una decisión, un beso, un abrazo, algo que haga que nos queramos más y más. No quiero cansarme nunca de que me acompañe hasta mi potería, que se siente a mi lado y empecemos a hablar de cualquier tontería. Quiero que me coja por la cintura, que le guste mi olor, que me muerda los labios. Quiero que no se canse de decirme te quiero. Que me lleve a playas, sitios, parques, museos, ciudades...pero siempre de la mano. Quiero no tener que imaginarme con nadie nuevo, ponerle celoso algún día y que vea en sus ojos que me quiere tanto o más de lo que dice. Quiero que la vida nos ponga pruebas, y nosotros las saltemos sin dificultades. Quiero tanto que me parece poco. Le quiero tanto que a veces no controlo el sueño, ni la felicidad, ni los antojos. Lo quiero todo con mi ángel guardián, quiero tener deudas con su espalda y caricias con su corazón. Todo, lo quiero todo. Y todo es poco.
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Increíble, la manera de hacernos evocar sensaciones... creo que todos/as nos hemos sentido alguna vez así, como reflejas en el texto, con el deseo de querer más, quererlo todo de ese alguien especial. Ese alguien que con sólo estar a nuestro lado nos hace sentir también a nosotros algo más especiales, como dices "La vida tiene otro color, otro rumbo".
ResponderEliminarEn fin, un texto precioso. Te dejo mi blog por si también quieres visitarme, de momento estoy empezando: http://lavariableindependiente.blogspot.com.es/